Sikorski emprende su último viaje
B-24 Liberator. Restos del B-24 de Sikorsi
en aguas de Gibraltar
Mientras todas las puertas se le cerraban, Sikorski decidió efectuar un viaje de inspección a Oriente Medio, para inspeccionar a las fuerzas polacas que allí se encontraban, a las órdenes del general Anders, preparándose para participar en la ofensiva aliada a través de Italia.
Sin ningún motivo aparente, Anthony Eden comunicó al embajador soviético en Londres Ivan Maisky que el general Sikorski iba a emprender viaje hacia Oriente Medio en la última semana de Mayo.
Dos ministros de su gobierno le aconsejaron que no emprendiera el viaje porque consideraban que en las circunstancias del momento resultaba sumamente peligroso. Según Irving, poco antes de la marcha de Sikorski, el Jefe de Comunicación del Ministerio Polaco de Defensa en Londres, Stanislaw Strumph-Wojtkiewicz, fue informado por un oficial de cifrado de la Oficina de Guerra británica de que bajo ninguna circunstancia debía Sikorski partir hacia Oriente Medio.
Sin embargo, el 24 de Mayo el general Sikorski despegó del aródromo de la R.A.F. en Lyneham a bordo de un bombardero cuatricomotor B-24 matrícula AL523, habilitado para el transporte de pasajeros. Después de una escala en Gibraltar, el avión despegó rumbo a El Cairo.
El general Sikorski (segundo por la derecha) en Oriente Medio. A su izquierda, el general Anders
En una reunión en Kirkuk el 10 de Junio de 1943 con el general Anders[1] y con los altos oficiales polacos en Oriente Medio, Sikorski aseguró a los presentes que el gobierno polaco tenía plenas garantías del gobierno británico de que nunca aceptaría cambios territoriales. Sin embargo, por esas fechas, según relata Irving, Sikorski había recibido un telegrama de Roosevelt en el que de forma una vez más decepcionante, le dirigía buenas palabras, le conminaba a entenderse con los soviéticos y poco más. Ni una sola palabra de compromiso expreso por parte del gobierno americano con la inviolabilidad de las fronteras orientales polacas. Sikorski guardó silencio acerca del contenido de este mensaje; él intuía que los aliados anglosajones le habían abandonado para arrojarse definitivamente en los brazos de Stalin. Pero se había propuesto no desmoralizar a los soldados polacos que muy pronto iban a combatir con ejemplar bravura contra los alemanes en Italia.
El general Sikorski (segundo por la derecha) en Oriente Medio. A su izquierda, el general Anders
En una reunión en Kirkuk el 10 de Junio de 1943 con el general Anders[1] y con los altos oficiales polacos en Oriente Medio, Sikorski aseguró a los presentes que el gobierno polaco tenía plenas garantías del gobierno británico de que nunca aceptaría cambios territoriales. Sin embargo, por esas fechas, según relata Irving, Sikorski había recibido un telegrama de Roosevelt en el que de forma una vez más decepcionante, le dirigía buenas palabras, le conminaba a entenderse con los soviéticos y poco más. Ni una sola palabra de compromiso expreso por parte del gobierno americano con la inviolabilidad de las fronteras orientales polacas. Sikorski guardó silencio acerca del contenido de este mensaje; él intuía que los aliados anglosajones le habían abandonado para arrojarse definitivamente en los brazos de Stalin. Pero se había propuesto no desmoralizar a los soldados polacos que muy pronto iban a combatir con ejemplar bravura contra los alemanes en Italia.
El 17 de Junio se reunió en Beirut con los representantes diplomáticos de Polonia en Oriente Medio. En esta conferencia hizo alusión a la carta de Roosevelt y aseguró a los presentes que el gobierno polaco confiaba en las garantías que había recibido de sus aliados británicos y americanos acerca del futuro de Polonia.
El día 3 de Julio de 1943 Sikorski dio por finalizado su viaje y partió de El Cairo en el mismo Liberator en el que había llegado. Ese mismo día el aparato en el que viajaba Sikorski con su séquito y su hija tomó tierra en Gibraltar donde pernoctaría para seguir viaje hasta Inglaterra el día siguiente.
Precisamente ese día, 4 de Julio, tal vez por una de esas casualidades de la vida, aterrizó en Gibraltar Ivan Maisky, el embajador soviético en Londres.
Sobre las diez de la noche el Liberator, con Sikorsi y otros 16 ocupantes a bordo, despegó rumbo a Inglaterra. Sin embargo, a poco de haberse elevado hasta los setecientos metros de altura y después de haber recorrido tan sólo 600 metros desde el final de la pista, el aparato se estrelló en el mar. Únicamente el piloto pudo ser rescatado con vida.
Así falleció Wladyslaw Sikorski el presidente del gobierno polaco en el exilio.
Le sucedió al frente del gobierno en el exilio su vicepresidente, el líder del Partido Agrario Stanislaw Mikolajczyk. No sentía por los soviéticos más simpatía de la que podía sentir Sikorski, pero a mediio plazo iba a resultar para Churchill y Eden bastante más manejable que su fallecido antecesor. De hecho, para estos dos maniobreros políticos británicos, la desaparición de Sikorski resultó providencial.
Le sucedió al frente del gobierno en el exilio su vicepresidente, el líder del Partido Agrario Stanislaw Mikolajczyk. No sentía por los soviéticos más simpatía de la que podía sentir Sikorski, pero a mediio plazo iba a resultar para Churchill y Eden bastante más manejable que su fallecido antecesor. De hecho, para estos dos maniobreros políticos británicos, la desaparición de Sikorski resultó providencial.
[1] El general Wladyslaw Anders había salido de la URSS por la frontera de Irán con 115.000 hombres, mujeres y niños polacos en el verano de 1942. Stalin había decidido permitir su salida porque en esas fechas la URSS se hallaba nuevamente en peligro ante el avance imparable de las tropas nazis hacia el Cáucaso. El líder soviético no quería tener problemas con sus aliados anglosajones. Además, alimentar, vestir y armar al contingente polaco le suponía un esfuerzo que no estaba dispuesto a soportar. Después de pasar por Irán los hombres de Anders recalaron en Irak, que era de facto una colonia británica. Una vez organizados, se trasladaron al mandato británico de Palestina, donde culminaron su adiestramiento de forma más que satisfactoria. Curiosamente, aprovechando la estancia en Palestina, tres mil soldados polacos judíos, el setenta y cinco por ciento de los judíos integrados en el contingente, desertaron para integrarse en las organizaciones terroristas sionistas que actuaban tanto contra los palestinos como contra las tropas británica acantonadas en Tierra Santa. Uno de estos desertores era Menahem Beguin. Las tropas de Anders, después de recibir más refuerzos de polacos exiliados, formaron el II Cuerpo de Ejército integrado en el VIII Ejército británico que habría de luchar con bravura en Italia durante el resto de la guerra.
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