¿Dónden están esos salvajes? ¿Cuántos son?
El teniente coronel George Armonstrong Custer
Los días 23 y 24 de Junio la columna del 7º de caballería avanzó a marchas forzadas hacia el valle del Littlebighorn. Custer mandaba un contingente de unos 670 hombres, de los cuales 600 eran soldados de caballería y el resto guías blancos y exploradores indios[1]. En esos dos días avanzó casi 100 kilómetros siguiendo el curso del Rosebud hacia el Suroeste, llegando a unos 30 kilómetros al Norte del punto en el que Crook había sido derrotado unos días antes. Las pistas les habían dejado claro el rastro de un numeroso grupo de indios que se habían desplazado vadeando el Rosebud hacia el Oeste, hacia el Little Bighorn. A esas alturas, ningún soldado del 7º de caballería ignoraba ya la presencia cercana de un fuerte contingente de hostiles. Pero ninguno imaginaba la enorme magnitud de la concentración enemiga que se hallaba en aquel momento a su flanco derecho.
A las ocho de la tarde del 24 de Junio el 7º de caballería había acampado cerca de la confluencia del Rosebud y el Little Bighorn. Custer ya sabía en qué dirección se hallaba el enemigo. Terry le había ordenado seguir hacia el Sur para cerrar el camino de huída de los indios cuando su propia columna y la de Gibbon cayesen sobre ellos desde el Norte. Pero Custer buscaba la batalla y desobedeció las órdenes. Mandó a su extenuado regimiento montar de nuevo y realizar una fatigosa marcha nocturna hacia el Oeste, en busca de la concentración enemiga. En busca de la gloria.
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A las 11’00 de la mañana del día 22 de Enero de 1879, un escuadrón de la Caballería Nativa de Natal del Coronel Durnford, al mando del teniente Raw, encontró fortuitamente al grueso del ejército zulú, unos 25.000 guerreros, a tan sólo 7 kilómetros de Isandlwana. Esperaban agazapados y en disciplinado silencio para atacar el campamento al día siguiente. Al ser descubiertos se lanzaron al ataque en su formación clásica envolvente, la de la cornamenta del toro. El centro avanzaba hacia el enemigo atrayéndolo mientras las alas, los cuernos, lo envolvían por los flancos hasta rodearlo. Los zulúes habían encontrado a los británicos y no al revés. Mientras Lord Chelmsford buscaba inútilmente al enemigo, éste atacaba ahora por sorpresa el menguado campamento de los casacas rojas.
La confusión inicial fue enorme. Pulleine no sabía a ciencia cierta contra qué se enfrentaba. Las ondulaciones del terreno ocultaban la magnitud de la avalancha que se les venía encima. La falta de un observatorio en lo alto de la colina impidió a los defensores entender desde el principio que se enfrentaban al grueso del ejército de Cetivayo y que éste maniobraba rápidamente para envolverlos por ambos flancos rodeando aquella.
Pulleine no había recibido órdenes de fortificar el campamento, y desplegó a las compañías de fusileros reales del 24º regimiento en campo abierto, con enormes espacios entre unas y otras, formando por secciones con una línea en pie y otra rodilla en tierra disparando al relevo. Esta disposición, frente a un enemigo tan abrumadoramente superior en número, era absolutamente inapropiada por cuanto las unidades podían ser flanqueadas y aniquiladas.
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Baratieri había diseñado un plan de avance que sobre el mapa parecía infalible. Los 14.000 hombres de su Corpo di Operazione, avanzarían en la oscuridad en tres columnas hasta alcanzar al amanecer una línea asentada sobre terrenos altos justo enfrente de las sorprendidas tropas etíopes. Por el flanco izquierdo avanzaría la brigada indígena del general Albertone integrada por cuatro batallones de infantería con un total de 4.067 hombres y catorce piezas distribuidas entre cuatro baterías artilleras; por el derecho la 2ª brigada de Dabormida con 3.800 soldados de la 2ª brigada de infantería y de la Milicia Móvil y 18 piezas de artillería y por el centro la 1ª brigada del general Arimondi formada por la 1ª brigada de infantería y la 1ª compañía del 5º batallón indígena, 2.493 hombres con 12 cañones en dos baterías. Por detrás de ésta y como reserva se situaba la 3ª brigada del general Ellena con la 3ª brigada de infantería, el 3º batallón indígena, dos baterías de tiro rápido y una compañía de ingenieros, con un total de 4.150 soldados y 12 cañones. La artillería - 56 piezas en total - iría, como hemos visto, repartida entre las cuatro columnas.
El general Oreste Baratieri
La columna nativa de Albertone avanzó con mucha más rapidez que las demás, pero no encontró la cota de Kidane Meret que debía ocupar, pues ésta no se hallaba realmente en el lugar que le asignaba el mapa. Además, la brigada de Albertone se había desplazado hacia su derecha, ocupando la trayectoria de la brigada de Arimondi. Mientras tanto, las brigadas de Arimondi y de Dabormida se hallaban cinco o seis kilómetros por detrás y la primera de ellas, además, se encontraba siguiendo la pista que había seguido la brigada de Albertone. Y más retrasada aún e igual de despistada, seguía a Arimondi la brigada de Ellena. Al amanecer, la sorpresa que buscaba Baratieri no existía. O si existía era al revés exactamente de la que el comandante italiano esperaba. Los etíopes sabían perfectamente dónde estaban los italianos y en cambio éstos difícilmente podían localizar a los etíopes desde el momento en que no estaban en condiciones de asegurar ni tan siquiera dónde se encontraban realmente ellos mismos.
[1] La mayoría de los batidores indios de Custer eran Crows, enemigos mortales de los Sioux. Casi todos los restantes eran Arikaras.
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