martes, 29 de diciembre de 2015

PP Y PSOE: PRISIONEROS DE SUS ERRORES. PRISIONEROS DE SUS MENTIRAS. PRISIONEROS DE SUS CLAUDICACIONES.



Este modesto blog recibe muchísimas visitas de lectores de fuera de España. Por ello, aunque no solo por ello, me gustaría dejar aquí esta breve reflexión política sobre la actual situación de España después de las últimas elecciones.


Lo primero: El PP y el PSOE defienden política y económicamente lo mismo.

Las grandes empresas, las grandes entidades financieras y en definitiva, las grandes fortunas de España, se sienten tranquilas y relajadas con cualquier inquilino de la Moncloa que sea del PP o del PSOE.

No existe la más mínima diferencia para estas oligarquías entre un gobierno socialista y un gobierno popular.

En una situación política bloqueada como la actual, lo más normal, desde el punto de vista de la estabilidad del sistema, sería que los dos grandes partidos sellasen un pacto que asegurase la gobernabilidad. Y esta opción es la más deseada por las oligarquías nacionales y extranjeras.

Pero ambos partidos se ven ahora atrapados por sus errores basados en cálculos electoralistas.

La izquierda aceptó entrar en el juego reformista que le proponía la derecha franquista que iba a encauzar la transición a cambio de que el nuevo régimen democrático se construyese ideológicamente sobre el antifranquismo.

Esto no era nada baladí, porque asumir el antifranquismo como base sobre la que edificar el nuevo régimen equivalía, como se hizo, a otorgar un certificado de homologación democrática a todas las fuerzas antifranquistas, es decir, anarquistas, comunistas, separatistas e incluso a los brazos armados de ellas, que se vieron favorecidos por las amnistías promulgadas durante la transición.

La derecha aceptó por ello el discurso político y moral de la izquierda pero la izquierda, para gobernar en una Europa occidental y atlantista aceptó el discurso económico liberal y se desprendió de su adscripción marxista como una serpiente muda de pellejo.

El PSOE se dedicó en todas sus campañas electorales a decirle a los españoles que el PP era el nuevo franquismo, siendo totalmente consciente de que esto era falso. Pero como no podía proponer políticas alternativas muy distintas, apostó por cargar las tintas en el franquismo-antifranquismo, es decir, los malos y los buenos.

La educación en las escuelas durante los cuarenta años de democracia, por la renuncia de la derecha a defender su espacio, ha ido formando a nuevas generaciones de españoles cada vez más impregnadas de los valores políticos y morales de la izquierda.

La etapa de Zapatero, que llevó esta política de izquierdismo revanchista hasta nuevas cotas nunca antes alcanzadas, junto con las generaciones más jóvenes educadas en los valores de la izquierda generó en gran medida la base electoral de Podemos.

El PP, por su parte, se dedicó todos estos últimos años a combatir al patriotismo español, para evitar que surgiese a su derecha alguna fuerza política que le pudiese “robar” votos. Pero con este juego se condenaba a jugar siempre a mayorías absolutas o a gobernar con el apoyo de los separatistas, a base de concesiones totalmente contrarias al interés de la nación.

Ahora, por primera vez, PP y PSOE padecen las consecuencias, no solo de la corrupción endémica que forma parte de su ADN, sino también de sus políticas sectarias, egoístas, electoralistas.

El PP, que ha dejado a la izquierda el discurso político, que ha abandonado los valores y el discurso de la derecha tradicional y que ha intentado laminar a cualquier fuerza política que intentase recuperarlos, ahora se encuentra con que los electores más jóvenes le dan la espalda.

Y el PSOE después de repetir durante años que la derecha en España es franquista y después de educar a los jóvenes describiéndoles la Segunda República como un paraíso, se encuentra, para su gran susto con que los nuevos votantes quieren eso, quieren otra Segunda República, quieren destruir la transición, la monarquía franquista, el estado capitalista, acabar con el poder de los curas…

Y, claro, aparece Podemos.

El PSOE está realmente muchísimo más cerca del PP que de Podemos, pero no puede aliarse con el PP porque es prisionero de sus mentiras. No se atreve a gobernar con el PP o a apoyar un gobierno del PP porque lleva cuarenta años diciendo que son franquistas ¡Cómo va a gobernar con franquistas! Ellos saben que es mentira, pero sus electores se lo han acabado creyendo. Y los más jóvenes, los que más lo creen, directamente se han pasado a Podemos, el partido que les asegura que va a hacer lo que el PSOE siempre promete y luego nunca hace.

El PP paga el error de haber permitido que varias generaciones de españoles hayan sido formadas en los principios de la izquierda, fiando todo su discurso a la gestión económica “seria y responsable”. Pero en época de crisis enquistada a los votantes jóvenes que no ven perspectivas de futuro razonables todo esto les importa un higo y votan al partido que defiende la España que sus maestros y educadores, la televisión y el cine, les han asegurado que era la fetén. La de la Segunda República, la que les promete Pablo Iglesias.

Al final, PP y PSOE pagarán sus errores y los ganadores serán, como siempre ha ocurrido en los períodos democráticos en España, los más radicales enemigos de ella. Los rojos y los separatistas.

Esta película ya la he visto, pero esta vez van a ganar los malos.

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