jueves, 2 de enero de 2014

LXX ANIVERSARIO DEL INJUSTAMENTE OLVIDADO BOMBARDEO DE BARI. Jorge Álvarez.




Ha pasado casi totalmente desapercibido el 70 aniversario del bombardeo de Bari, acaecido en Diciembre de 1943, cosa curiosa si tenemos en cuenta que fue el único bombardeo de la Segunda Guerra Mundial en el que se liberó gas mostaza y que causó la muerte a centenares de víctimas, muchas de ellas civiles.



A finales de 1943 los aliados, que habían desembarcado en Italia confiados en que efectuarían un rápido avance por la península que les llevaría en cuestión de semanas a las puertas del sur de Alemania, se encontraban desconcertados ante la tenaz resistencia de un puñado de divisiones alemanas. Literalmente se habían estancado al norte de Nápoles, incapaces de romper las defensas alemanas que cerraban el paso a Roma, con líneas defensivas en profundidad que atravesaban la bota italiana de costa a costa.

El alto mando del ejército americano pidió al presidente Roosevelt que autorizase el envío de un gran cargamento de proyectiles de gas mostaza con destino al frente italiano. La utilización de armas biológicas y químicas estaba prohibida desde el Protocolo de Ginebra de 1925. Teniendo en cuenta que a finales de 1943 los alemanes llevaban más de cuatro años en guerra, que su esfuerzo militar se volcaba desde hacía dos años y medio en una guerra dantesca contra la Rusia soviética en la que ningún bando respetaba la Convención de Ginebra y que en ningún momento la Wehrmacht había empleado gases, ni tan siquiera en el frente ruso, resulta un tanto extraño este repentino interés de los americanos por enviar armas prohibidas al frente italiano.

El siniestro cargamento de dos mil granadas 2000 M47A1 cada una de ellas con unos treinta kilogramos de gas mostaza fue embarcado en absoluto secreto en las bodegas del mercante artillado USS John Harvey, un buque de carga de la clase Liberty. El John Harvey con su letal y ultrasecreto cargamento llegó al puerto de Bari el 27 de Noviembre de 1943.

Bari se había convertido en el principal puerto por el que llegaban suministros al VIII Ejército británico que intentaba avanzar hacia el norte por el este de los Apeninos, a la par que el V Ejército lo hacía por el oeste de la cordillera.

Los alemanes planearon un audaz ataque aéreo contra este puerto, en el que se agolpaban decenas de cargueros repletos de suministros en espera de que les tocase el turno de efectuar la descarga de sus bodegas repletas de armas, municiones, combustible… Considerando la abrumadora superioridad aérea de los anglosajones, el ataque al puerto de Bari era sin ninguna duda, una iniciativa audaz.

El capitán del John Harvey, parece ser que era uno de los pocos tripulantes que sabía qué tipo de carga albergaban las bodegas de su barco y también sabía que la naturaleza de este cargamento constituía alto secreto. Cuando se enteró de que había muchos barcos antes que el suyo para efectuar la descarga se enfrentó al dilema de revelar a las autoridades portuarias británicas la urgencia que requería la naturaleza de su cargamento violando el carácter secreto del mismo o mantener el secreto y esperar pacientemente el turno de descarga, como uno más de los muchos cargueros que esperaban en la ensenada. Eligió esto último.

A las 19:30 horas del 2 de Diciembre de 1943, cuando el John Harvey con sus bodegas repletas de armas prohibidas llevaba cinco días esperando su turno de descarga en el puerto de Bari, un centenar de bombarderos Junkers 88 amparados en la oscuridad de la noche, atacaron con precisión y audacia a los barcos fondeados. En menos de veinte minutos la aviación alemana hundió diecisiete barcos, destruyó otros once y dañó severamente una docena más. Un balance muy similar al de Pearl Harbor.
 

Uno de los barcos destruidos fue el John Harvey. Las bombas de la Luftwaffe hicieron explotar las granadas que albergaban sus bodegas, cargadas de gas mostaza. Y la columna de fuego, humo, y gas se elevó hacia el cielo y se desperdigó por toda la zona.
El John Harvey lanza al aire su nube de gas mostaza después de ser alcanzado por la bombas de la Luftwaffe
 

El alto mando aliado inmediatamente ordenó un total apagón informativo. Como los médicos que debían atender a los heridos no sabían que muchos de ellos estaban afectados por gas mostaza, fueron incapaces de aplicar el tratamiento debido. Un centenar de militares, muchos de ellos marinos que se encontraban a bordo de buques próximos al John Harvey, murieron víctimas del gas. Y varios centenares de civiles italianos corrieron la misma suerte. La censura militar aliada ha hecho imposible que se sepa exactamente la magnitud de esta tragedia. Porque ni los familiares de las víctimas pudieron saber de qué habían muerto sus allegados. Churchill mismo, informado urgentemente por los americanos de lo que había ocurrido, dio órdenes taxativas a la censura militar de que se difundiese a los medios de comunicación que todas las muertes de civiles de Bari se habían debido a la brutalidad del ataque alemán.
¿De verdad creían los americanos que los alemanes, que nunca habían usado gas, ni tan siquiera en Stalingrado, lo iban a usar en Italia contra sus penosas tropas?

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