domingo, 29 de abril de 2012

EL CINE Y LOS SARGENTOS. Jorge Álvarez.

  
 Los memorables sargentos de "Fort Apache" 
Descubrí el cine, en aquella televisión del páramo cultural que dicen que era el franquismo. Una televisión que emitía en horario de máxima audiencia (“prime time” según los soplapollas actuales) programas como “El hombre y la Tierra” de Félix Rodríguez de la Fuente, obras de teatro como “Estudio 1”, cine clásico… En fin, casi igualito que ahora, que la democracia ha finiquitado el páramo y lo ha convertido en un jardín cultural lleno de flores como “Gran hermano”, “Supervivientes”, “El hormiguero”, etc. Los sábados después de comer, gracias a “Sesión de Tarde”, descubrí grandes películas de acción de esas que se podían ver en familia. Entre ellas, muchas de las grandes obras maestras del genial John Ford (yo soy de los que suscribe la respuesta que Orson Welles dio cuando le preguntaron por sus tres directores de cine favoritos: John Ford, John Ford y John Ford). Pues bien, en esas tardes de cine en casa disfruté con “Fort Apache”, con “La legión Invencible”, con “Río Grande”… Y allí estaban unos sargentos grandullones, pendencieros, bebedores, severos instructores y excelentes camaradas. Naturalmente, irlandeses, católicos y nobles.

Desde hace mucho tiempo he estado dándole vueltas a la curiosa relación del cine con los sargentos. Si existe un rango militar por el que los guionistas han sentido debilidad, ese es, sin ninguna duda el de sargento. Las películas bélicas o de ambiente militar, no serían lo que son sin unos cuantos sargentos sublimes que nos han hecho pasar ratos estupendos en la butaca del cine, o en la de casa frente al televisor. Existen y han existido sargentos para todos los gustos, pero, haciendo una rápida revisión, podemos descubrir una serie de personajes caracterizados por su rudeza, por su proximidad a los soldados. Unos tipos en general, tanto para lo malo como para lo bueno, tremendamente humanos. A veces, exageradamente humanos.

Si hay un “actor sargento” por antonomasia en el cine, ese es el genial grandullón Victor McLaglen. Y, por supuesto, gracias al también genial John Ford. A las órdenes de él, interpretó a memorables sargentos. En 1934, fue “el sargento sin nombre” de la claustrofóbica “La patrulla perdida.” Un papel dramático muy alejado de los que encarnaría en otras películas en las que también habría de lucir en la manga los galones de sargento.

Victor Mclaglen en "La patrulla perdida".

El sargento pendenciero y bonachón que repetiría en múltiples ocasiones, lo interpretó McLaglen por primera vez en la memorable película “La mascota del regimiento” (Wee Willie Winkie, 1937) a las órdenes de Ford y compartiendo reparto con la niña prodigio Sherley Temple y con el impagable veterano C. Aubrey Smith. Una película con acción, sentido del humor y ternura, en la línea del maestro Ford. El papel del sargento Donald McDuff le venía a McLaglen como anillo al dedo.


Seguramente por ello, dos años después, esta vez a las órdenes de George Stevens, McLaglen volvería a interpretar a un sargento en la India colonial. En esta película (Gunga Din, 1939) basada en un poema de Kipling, los sargentos son los protagonistas absolutos. Junto a Victor Mclaglen en el papel del sargento McChesney, aparecen Douglas Fairbanks Jr. interpretando al enamoradizo sargento Ballantine y el magistral Cary Grant en el cómico papel del estrambótico sargento Cutter. Los desaguisados que dos de estos tres impresentables suboficiales son capaces de montar para evitar que uno de ellos se case y abandone el ejército, resultan inolvidables.

Esta película fue objeto de un “remake” titulado precisamente “Tres sargentos” (“Sergeants 3”, John Sturges, 1962) y protagonizada por el “clan Sinatra” al completo y con la acción trasplantada de la frontera Noroeste de la India al Oeste americano. Frank Sinatra hacía el papel de McLaglen, Dean Martin el de Cary Grant y  el galán Peter Lawford el de Fairbanks. La película no le llega a “Gunga Din” ni a la suela del zapato, pero da la sensación de que Sinatra y sus amigos se divirtieron mucho rodándola.

Buena parte del "Clan Sinatra" (conocido en los EEUU como el "Rat Pack") en "Tres sargentos", en la fotografía falta Sammy Davis Jr, que "hacía de Gunga Din".

No cabe duda de que a Ford, este trío de sargentos bullangueros que Stevens plasmó en “Gunga Din” le pareció un hallazgo que no debía caer en el olvido. Así aparecen los míticos sargentos de la caballería americana que John Ford inmortalizaría en varias de sus obras maestras. Como “Fort Apache”, en la que reserva un papel destacado a cinco sargentos: Quincannon (Dick Foran), Beaufort (Pedro Armendáriz), Schattuck (Jack Pennick), O’Rourke (Ward Bond) y Mulcahy (Victor Mclaglen). Aunque los protagonistas absolutos de la historia son John Wayne y Henry Fonda, la película no sería ni la mitad de los que es sin los dicharacheros sargentos.


En las otras dos geniales obras de Ford sobre la caballería, “La legión Invencible” (“She wore a yellow ribbon”, 1949) y Río Grande (1950), McLaglen vuelve a aparecer como un impagable sargento Quincannon. La relación entre el sargento y el capitán Nathan Brittles (John Wayne) da lugar bastantes escenas características del cine de John Ford y de su peculiar sentido del humor.


 
Aunque tal vez menos conocido por el público actual, hubo otro gran duro de Hollywood que compitió con McLaglen, años después, interpretando a sargentos fortachones y recios (aunque no tan simpáticos). Me refiero a Aldo Ray. Este eterno secundario de ascendencia italiana actuó en muchas películas bélicas, y casi siempre en el papel de sargento curtido, insensible pero eficiente. En “La colina de los diablos de acero” (“Men in war”, Anthony Mann, 1957) fue el sargento Montana, en “Los desnudos y los muertos” (Raoul Walsh, 1958) fue el sargento Sam Croft, en  “Boinas verdes” (John Wayne, 1968) al sargento Muldoon. Todos ellos papeles dramáticos. La excepción fue su papel cómico en “¿Qué hiciste en la guerra, papi?” (Blake Edwards, 1966) en la que encarnó al sargento Rizzo. Es de justicia esta referencia, sería imposible hablar de los sargentos en el cine sin recordar al gran Aldo Ray.

Aldo Ray, en el papel de sargento Muldoon de "Boinas verdes".

En el cine español también podemos encontrar algunos sargentos de aspecto fiero y corazón blando, entrañables y simpáticos. Como buena prueba de ello, ahí está el sargento Palomares que encarna el magistral Manolo Morán en “Recluta con niño” (Pedro Luis Ramírez, 1956).
Particularmente siempre me gustó mucho el papel del sargento Harry, que interpretó el magnífico secundario John Ireland en “55 días en Pekín” (Nicholas Ray, 1963). Qué habría sido del rudo mayor Lewis (Charlton Heston) de los marines de los Estados Unidos sin su pepito grillo particular, el sargento Harry, que le abroncaba cada vez que su superior intentaba esconder su lado humano bajo la coraza de su uniforme. La secuencia final, en la que Lewis finalmente, y gracias a la labor de zapa del sargento, decide llevarse con él a la niña china, huérfana de su mejor amigo, es un buen ejemplo.

No me quiero olvidar del sargento de una película que vi de joven, que me entusiasmó y que cumplidos los 50 me sigue pareciendo inmejorable. El que nos regala el espléndido secundario británico Nigel Green, el sargento Frank Bourne de Zulú (Cy Endfield, 1964). Sargento profesional por excelencia, respetado por sus hombres y por los oficiales a cuyo mando sirve. Muy victoriano, sí. Y excelente.


Pero no todos los sargentos del cine han sido personajes divertidos. En “Arenas sangrientas” (Sands of Iwo Jima) que dirigió Allan Dwan en 1949, John Wayne interpreta, en un papel dramático donde los haya, al sargento John M. Stryker, del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Él tendrá la responsabilidad de entrenar a un pelotón de novatos para convertirlos en soldados y llevarlos a Iwo Jima con posibilidades de que regresen vivos. Siempre he pensado, que “the Duke” cuajó en esta película unos de sus mejores papeles (junto al Tom Doniphon de “El hombre que mató a Liberty Vallance”, el Ethan Edwards de “Centauros del desierto”y el Sean Thornton de “El hombre tranquilo”).
Y algunos sargentos del cine han sido personajes repulsivos. Cuando siendo adolescente vi “De aquí a la eternidad” (Fred Zinemann, 1953), odié profundamente al sargento “Futso” Judson, al que dio vida de manera harto convincente un Ernest Borgnine, como siempre, sublime ¡Qué tipo más odioso! Y ahí está, naturalmente, el apuesto Burt Lancaster interpretando a otro sargento (el del revolcón playero más famoso del cine), el sargento primero Milton Warden.

Naturalmente, no se puede hablar de sargentos antipáticos sin mencionar al sargento Hartman instructor de marines, interpretado por R. Lee Ermey en “La chaqueta metálica” (Stanley Kubrick, 1987). Un tipo muy duro pero que, a diferencia de otros suboficiales instructores que aparecen en la pantalla, resulta inhumano hasta extremos sobrecogedores. Normal, porque, en el cine, los sargentos que suelen ser antipáticos al principio para mostrarse bondadosos al final, son los habituales de las películas de exaltación de la milicia y del espíritu castrense. Pero “La chaqueta metálica” es una cinta profundamente antimilitarista (y bastante pretenciosa, además de larga y aburrida, en fin, muy en la línea del sobrevalorado Kubrick).





En este subgénero de cine bélico crítico (no sé por qué, pero ocurre a menudo que el cine bélico militarista produce películas muy entretenidas, incluso obras maestras y en cambio el cine bélico antibelicista suele producir truños infumables) tenemos al siempre histriónico Sean Penn encarnando de forma grotescamente sobreactuada al sargento Tony Meserve en “Corazones de Hierro” (“Casualties of war”, Brian De Palma, 1989), un psicópata violador y asesino que arrastra a casi toda su escuadra a perpetrar un horrible crimen.
En cualquier caso, para sargentos psicópatas de verdad, hay que remitirse a la obra maestra del cine de aventuras que es “Beau Geste” (William Wellman, 1939) para encontrarnos con el fascinante villano del sargento Markoff, con un Brian Donlevy en el que considero que es su mejor papel. Uno de esos pocos casos en los que una novela magnífica se lleva al cine y la película resulta digna de ella.

Brian Donlevy, el siniestro sargento Markoff de "Beau Geste"
Para no acabar este entretenimiento sobre cine y sargentos con mal sabor de boca, volveré con algunos sargentos buenos que aún me quedan en el baúl de cinéfilo. Siempre he tenido una especial debilidad por una película que no goza en absoluto de buena fama entre los entendidos, pero que por diferentes razones, a mi me encanta. Me refiero a “Los violentos de Kelly” (“Kelly’s Heroes”, Brian G. Hutton, 1970) protagonizada por Clint Eastwood. Es una película rara, porque siendo bélica, quiere ser cómica y al mismo tiempo realista… y la mezcla resulta difícil de digerir. Sin embargo, siendo desigual, tiene momentos geniales y algunos diálogos francamente ingeniosos. Resulta evidente para quien sabe algo de Historia Militar, que el guionista conocía bastante bien los vicios y las limitaciones (para no decir otras cosas) con las que el ejército americano actuó en el frente occidental en 1944-1945. Existen grandes dosis de autocrítica en esta película, que rara vez aparecen en las películas de guerra americanas “serias”. Y los diálogos más ácidos casi siempre están en boca de un estupendo Telly Savalas que da vida al sargento Big Joe, un profesional cínico y hastiado de la guerra que tiene como único propósito que él y los muchachos de su pelotón regresen vivos a casa.
Difícil hablar de sargentos instructores sin acordarse de aquello de:
“-¿De dónde eres, muchacho?
-De Oklahoma, señor.
-Pues en Oklahoma no hay más que ganado y maricas y a ti no te veo los cuernos”
Louis Gosset Jr. interpretó en “Oficial y caballero” (Taylor Hackford, 1982) al sargento instructor Emil Foley y ganó por esta interpretación el Óscar al mejor actor de reparto.
Naturalmente no me había olvidado de “El sargento de Hierro” (Heartbreak Ridge) película dirigida y protagonizada por Clint Eastwood en 1986. Se trata de un sargento de estilo “fordiano”, entregado al ejército, duro pero de buen corazón, pendenciero y bebedor empedernido. Tiene momentos brillantes, junto a otros menos inspirados, ciertamente. Lo mejor son algunos diálogos del protagonista, el sargento Thomas Highway, que al tiempo que intenta rehacer su matrimonio roto por su exceso de fidelidad al Cuerpo de Marines, debe convertir en soldados a un pelotón de reconocimiento formado por un variopinto elenco de macarras yanquis vagos e impresentables hasta límites increíbles. Y posiblemente sea la película con más palabrotas de la historia del cine. Algunos momentos, de esta curiosa cinta, en los que se puede apreciar lo que acabo de exponer.
Los sargentos, son tan agradecidos que incluso el cine de ciencia ficción no puede prescindir de ellos. En Alliens, los marines del futuro tienen su típico sargento, que los llama nenes y sutilezas por el estilo, personaje encarnado por Al Matthews. Y aún más impagable resulta el caricaturesco sargento Zim de “Starship troopers” (Paul Verhoeven, 1997) interpretado por Clancy Brown. El tipo no es malo, pero a bruto no le gana nadie.
Durante el entrenamiento da la sensación de que aspira a acabar con todos sus hombres. Y si no han visto la película y no me creen…

En la magistral serie de televisión producida por Steven Spielberg y Tom Hanks “Band of brothers” (1998), que desde mi punto de vista es una maravillosa historia de los soldados de la compañía “E” (Easy) del 506º regimiento de infantería paracaidista de la 101 división aerotransportada norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial, los sargentos, como no, juegan un papel destacado. Particularmente bueno es el momento en el que todos los sargentos de la compañía, en vísperas de saltar sobre la península de Cotentin el Día D, deciden amotinarse para evitar entrar en combate bajo el mando del incompetente capitán Sobel.

La verdad, es que, podríamos seguir comentando historias fantásticas de sargentos en el cine. Y sé que me he dejado varias en el tintero… pero, tampoco se trata de abusar. Si alguien, se anima a seguir, para eso están los comentarios al blog.

3 comentarios:

  1. Magnífico y delicioso artículo. Personalmente me parece de lo mejor que he leído del autor: demuestra un completo conocimiento de la materia que trata y su absoluto cariño al cine y, en especial, a las viejas películas con las que hemos crecido toda una generación de "viejos y retrógrados carcamales inmovilistas". Me encanta.

    Es lógico que el cine bélico se fije en los sargentos. En el Ejército, el suboficial es el nexo entre la tropa y el mando, el último eslabón entre los que deciden y los que ejecutan. Manda a su grupo pero forma parte de él, de forma que si el Sargento no funciona la tropa no cumple. La relación de mando ha de ser perfecta y el entendimiento inmediato. Debe hacerse respetar, pero al mismo tiempo tiene que saber compartir las inquietudes y problemas del soldado, pero sin perder un ápice de su autoridad. Si los suboficiales no funcionan, los soldados rasos tampoco y, al final, las piezas no encajan y el ejército pierde su base. Yo tuve un Sargento instructor en la Mili que era un ejemplo de todo eso; sirvan estas líneas de homenaje al Sargento Santos del Amo, de la 5ª Compañía del 2º Batallón del CIR de Cáceres, al que pese a los veintitrés años transcurridos no he olvidado.
    Son varios los Sargentos cinematográficos que me vienen a la cabeza. No tengo la erudición cinéfila del autor, pero voy a citarlos y así aumentar - que no completar - con algunos ejemplos el artículo que comento.
    En primer lugar me viene a la memoria el Sargento de la Película "El Puente" de Bernard Wicki, que tuve la oportunidad de repasar hace un par de semanas. Aún no he decidido si abandona a los niños o no; tampoco he decidido si la película es realmente antibelicista o no. pero el personaje del Sargento es básico en la película desde el momento en que sirve como elemento conductor de la actividad de los personajes en su nueva condición militar.
    Sargentos dignos de recordar son los dos personajes antagónicos de Platoon, Barnes (Tom Berenger) y Elías (Willem Dafoe). Quizá el "bueno" - Elías - es el peor militar, aunque idolatrado por su gente y el mejor mando, mientras que el "malo" - Barnes - es más militar pero peor mando. Son las dos caras de la moneda y un análisis fantástico de las dos caras de la personalidad del suboficial.
    Otro suboficial magistral, pero no recuerdo el nombre de la película, es el encarnado por Tyrone Power en una película sobre West Point: se inicia la cinta con la llegada del paleto Tyrone a la Academia para ser camarero y muestra la evolución del personaje hasta ser instructor y alma de la formación militar de generaciones de cadetes.
    El Sargento Michael Horvarth, de "Salvar al Soldado Ryan", consejero del enigmático Capitán Miller: muy americano en su esquema mental, pero eficaz, siempre custodio de su mando superior.
    No voy a seguir: hay muchos más. Valga esta pequeñísima relación para aumentar, modestamente, una lista magistralmente expuesta.

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  2. Otro sargento que te has olvidado es el del género femenino y que algunos tenemos en casa...todo dicho con sumo cariño hacia nuestras mujeres.

    Un Saludo tocayo.

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