LX aniversario de la batalla de Dien
Bien Phu.
Hace ahora sesenta años, a
comienzos de la primavera de 1954, comenzaba el asalto de las fuerzas del Viet
Minh sobre las posiciones defendidas por paracaidistas y legionarios franceses
en un remoto paraje del Norte de Vietnam.
Los franceses habían
incorporado a su Imperio la parte oriental de la península de Indochina en el
siglo XIX, que incluía los territorios de Cochinchina, Annam y Tonkín – el
actual Vietnam – Laos y Camboya.
Durante la etapa final de la
Segunda Guerra Mundial el gobierno norteamericano decidió prestar apoyo militar
a la guerrilla del Viet Minh, de obediencia comunista, para que combatiese a
los japoneses que ocupaban el país. El Viet Minh, como es lógico, aspiraba no
solo a expulsar a los japoneses de Viet Nam, sino también a impedir que los
franceses volviesen a hacerse cargo del país después de la derrota de Japón. A
través de la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos), la precursora de la CIA,
los norteamericanos instalaron un campo de adiestramiento militar para el Viet
Minh y le suministraron importantes cantidades de armamento moderno.
Como resultaba previsible,
tras la expulsión de los japoneses, los franceses reclamaron su derecho a
retener Indochina como parte de su Imperio. Y, casi de inmediato, comenzaron
las hostilidades entre las fuerzas coloniales y las del Viet Minh.
Estando próximo a finalizar el séptimo año de la Guerra, a las 10 y 35 horas del 20 de Noviembre de 1953, dos batallones de paracaidistas y una compañía de zapadores caían del cielo sobre una población situada en la región de Tonkín, al Norte de Vietnam y muy cerca de la frontera con Laos. El nombre de esta localidad iba muy pronto a saltar a las páginas de los periódicos de todo el mundo. Dien Bien Phu, se extendía por la planicie del valle de Muong Thanh, a la orilla del río Nam Youm y rodeada de montañas que la aislaban del mundo, era la capital del pueblo Thai, étnicamente diferenciado de los vietnamitas.
A 280 kilómetros al Oeste de
Hanoi, Dien Bien Phu había sido ocupada por las fuerzas comunistas del Viet
Minh un año antes. El comandante de las fuerzas francesas en Indochina, el
general Henri Navarre, decidió reconquistar el enclave para cortar las
comunicaciones del Viet Minh con el vecino reino de Laos. La idea de Navarre,
plasmada en la Operación Cástor, consistía en construir una base de operaciones
en Dien Bien Phu con una pista de aterrizaje, desde la que operarían seis o
siete batallones que combatirían a los comunistas del general Giap en las
Tierras Altas de Tonkín.
Vo Nguyen Giap
Los franceses encontraron
resistencia desde el primer momento, pero a mediodía, elementos de la 1ª y de
la 3ª compañías del 6º Batallón de Paracaidistas Coloniales del comandante
Bigeard penetraban en Dien Bien Phu. Al caer la noche ya había más de dos mil
quinientos “paras” en el pueblo y en sus alrededores, controlando todos los
accesos y las orillas del Nam Youm. La captura de Dien Bien Phu se saldó con
poco más de una docena de paracaidistas caídos. Los comunistas habían perdido
115 hombres. Al día siguiente, descendieron los 675 hombres del 1er Batallón
Paracaidista de la Legión Extranjera. Poco después le tocó el turno al 8º
Batallón de Paracaidistas de Choque. La noche del domingo 23 de Noviembre ya había
más de cuatro mil quinientos paracaidistas en Dien Bien Phu y sus alrededores.
Dos días después, la pista de aterrizaje estaba terminada y era operativa.
Henri Navarre (a la derecha)
Reocupada Dien Bien Phu, daría
comienzo la segunda fase, la Operación Pólux, que consistía en retirar la
guarnición de la base de Lai Chau, situada a algo menos de 100 kilómetros al
Norte y trasladarla a la nueva base de Dien Bien Phu. La guarnición de Lai Chau
estaba a punto de ser atacada por un contingente muy poderoso de tropas del
Viet Minh y su posición se consideraba indefendible ante un ataque como el que
Giap había planeado. Los dos primeros contingentes que abandonaron Lai Chau
tuvieron bastante fortuna. Pero los casi dos mil hombres, casi todos
guerrilleros Thai entrenados por instructores franceses, que se quedaron hasta
el último momento para tratar de que los comunistas no descubriesen la maniobra
de evacuación total, tuvieron un trágico final. La marcha de 80 kilómetros a
través de la denominada pista Pavie, un camino serpenteante a través de montaña
selvática controlada por el enemigo se convirtió en un infierno. Muy pocos de
estos aguerridos Thais, apenas 200, lograron llegar a Dien Bien Phu hacia el 20
de Diciembre.
Mientras tanto, los zapadores
habían ido convirtiendo la base de Dien Bien Phu en una fortaleza. Todas las
colinas alrededor de la pista de aterrizaje fueron despojadas de árboles y
fortificadas; trincheras, alambradas, nidos de ametralladoras, campos de minas… Los zapadores también despejaron de
vegetación los alrededores de la base para convertir los accesos a la misma en
páramos pelados que ofrecían excelentes campos de tiro para las armas automáticas
de las colinas fortificadas, que fueron bautizadas, en un gesto muy francés, con
nombres de mujer: en la orilla oriental del Nam Youm y cerrando el acceso norte
a la pista de aterrizaje, Gabrielle; Beatrice, Dominique y Eliane controlando
el flanco izquierdo; en la orilla opuesta y en el borde occidental del
aeródromo, Anne-Marie, Huguette y Claudine. Y, controlando los accesos desde el
Sur, Isabelle, bastante separada del resto, a unos 7 kilómetros de la base. El
comandante de la artillería, coronel Piroth, dispuso sus piezas distribuidas de
forma que pudiesen apoyar a todas las posiciones en el momento en que el Viet
Minh intentase asaltarlas y hacer fuego de contrabatería para neutralizar a la
artillería enemiga que intentase batirlas. La artillería de Piroth constaba de
24 obuses de 105mm, 4 de 155 y 38 morteros pesados de 120. El dispositivo
defensivo, con múltiples posiciones fortificadas, dotadas de gran potencia de
fuego y capaces de apoyarse unas a otras, con enormes zonas despejadas frente a
ellas y siempre al amparo de su propia artillería y con una pista de aterrizaje
por la que siempre podían llegar refuerzos y suministros, hacía pensar a los
franceses que Dien Bien Phu era poco menos que inexpugnable.
Y mientras los franceses
fortificaban las pequeñas lomas alrededor de la pista de aterrizaje en el
centro del valle, los vietnamitas de Giap, con paciencia y constancia
típicamente asiáticas, horadaban, de noche, profundas grutas en las montañas
que cierran el valle y, a través de senderos prácticamente intransitables,
transportaban sobre sus espaldas penosamente las piezas desmontadas de los
cañones y obuses que serían en breve emplazados en esas cuevas. Cañones y
obuses que tendrían todo el entramado defensivo de Dien Bien Phu en el valle, allá
abajo, a sus pies, como una ofrenda.
La potente artillería Viet Minh constituyó una desagradable sorpresa para los franceses
Desde el 7 de Diciembre, en
sustitución del general Gilles, se hizo cargo del mando de la base de Castries,
coronel de caballería. Junto con los refuerzos que seguirían llegando en los
meses siguientes, iba a tener bajo su mando una guarnición de unos 18 mil hombres
pertenecientes a siete batallones de paracaidistas (dos de ellos pertenecientes
a la Legión Extranjera), diez batallones de infantería (cuatro de la Legión
Extranjera, tres de Tiradores Argelinos, uno de Tiradores Marroquíes y dos
batallones Thai), un batallón de ingenieros, dos tabores de fuerzas marroquíes,
un escuadrón de caballería formado por diez carros de combate ligeros M-24
Chaffee que habían sido transportados por aire en piezas y posteriormente
montados en la base, además de personal de transmisiones, sanidad y otros
servicios. A estas fuerzas, había que sumar la aviación; una escuadrilla de
caza con seis aparatos F8F-1 Bearcat operando desde la propia pista de Dien
Bien Phu y otras unidades que prestaban apoyo desde aeródromos alejados, en
Hanoi, en Hai Phong e incluso desde portaaviones que operaban en la costa del
Golfo de Tonkín. Pero el apoyo de estas unidades era limitado (el que
proporcionaban las de combate, no las de transporte), porque las bases de
partida estaban muy alejadas (Hanoi a más de 280 kilómetros y Hai Phong aún más
lejos) y los aparatos podían operar muy poco tiempo sobre el cielo de Dien Bien
Phu.
A la vez que iba preparando sus emplazamientos artilleros el Viet Minh iba concentrando en las cercanías del valle a las fuerzas que se ocuparían de sitiar primero y asaltar después la base enemiga. Giap había reunido cuatro divisiones de infantería y una de artillería, cerca de 60 mil hombres elegidos para aniquilar a los franceses que se habían instalado en Dien Bien Phu.
Ensamblaje de los carros "Chaffee" en la misma pista de aterrizaje
Desde principios de Enero de 1954, todas las patrullas que salían de la base en misiones de reconocimiento en todas direcciones, regresaban después de haber entablado algún intercambio de disparos con unidades del Viet Minh a no mucha distancia. Empezaba a resultar evidente que los comunistas estaban tejiendo el cerco en torno a Dien Bien Phu. Los informes que llegaban al general Navarre en Hanoi dejaban claro que la base quedaría totalmente cercada por tierra en breve y que después Giap lanzaría el asalto. Dien Bien Phu solo podría resistir mientras pudiese recibir refuerzos y suministros por aire, pero Navarre estaba convencido de que esto era posible, porque el dispositivo defensivo que había diseñado de Castries alrededor de la pista de aterrizaje, unido a la profesionalidad de los legionarios y paracaidistas y a la presumible superioridad francesa en potencia de fuego, mantendrían a raya a las fuerzas asaltantes.
Los medios de comunicación en
Francia ya habían fijado su atención en este remoto pueblo de Tonkín y eran
cada vez más habituales las visitas de periodistas que publicaban reportajes
impactantes de la vida en la base de esos legionarios y paracaidistas
atrincherados en algo semejante al último confín del mundo y que describían
dramáticamente los preparativos para la gran batalla que se avecinaba. En las
calles, en los cafés, en cualquier tertulia, se acababa hablando de Dien Bien
Phu. Sobre todo a partir de Enero y Febrero, las visitas a la base de dirigentes
políticos, se convirtieron en rutina.
El 4 de Febrero cuatro
batallones salieron de la base en dirección a las crestas del Este, para
intentar desalojar al enemigo, que había emplazado en ellas piezas de
artillería con las que había comenzado a bombardear la pista de aterrizaje. Un
batallón de la Legión, otro de paracaidistas, otro de thais y otro de Tiradores
Argelinos. Una operación de limpieza que nadie concebía ni remotamente que
pudiera fracasar. El día 5 los cuatro batallones regresaron a la base sin haber
podido desalojar al Viet Minh de ninguna de las alturas y con más de cien
bajas. Dien Bien Phu se estaba convirtiendo en una ratonera. Pero el orgullo
impedía adoptar la única decisión sensata: evacuar la posición antes de que
fuera tarde.
A comienzos de Marzo todas las
alturas en los cuatro puntos cardinales estaban erizadas de emplazamientos
artilleros perfectamente camuflados apuntando sus bocas de fuego hacia la base
francesa. Todo estaba listo según los planes de Giap para desencadenar el
infierno. Y el 13 de Marzo de 1954, lo hizo.
A las 17.15 horas, la
artillería Viet Minh lanzó un brutal bombardeo sobre la base. Nada que ver con
el leve y esporádico hostigamiento, más molesto que efectivo, de algunos
cañones acaecido las semanas anteriores. Los franceses quedaron desconcertados.
Se trataba de un auténtico diluvio de granadas del 105 que levantaban por los
aires trincheras, parapetos, puestos de mando… El fuego se concentró con
especial saña sobre los legionarios parapetados en Beatrice, al Noreste de la
pista de aterrizaje. La artillería francesa se mostró absolutamente incapaz de
efectuar el fuego de contrabatería certero que había asegurado que haría una
vez llegado el momento. Al contrario de lo que habían planeado, los artilleros
del coronel Piroth se vieron sorprendidos por la abrumadora potencia y la
extraordinaria precisión del bombardeo enemigo. Los franceses ignoraban que
Giap dispusiese de tantas bocas de fuego de tal calibre y no entendían cómo
había podido trasladarlas hasta esos remotos parajes y ocultar sus
emplazamientos ante sus propias narices sin haber sido capaces de detectar la
maniobra. Los Viets disparaban a conciencia y de forma precisa y los artilleros
franceses se veían superados y desbordados, incapaces de localizar a las piezas
enemigas y destruirlas, tal y como habían presumido. Las granadas de 105
comunistas volatilizaron en los primeros minutos todos los puestos de mando,
reconocibles por las antenas de radio, del 3er Batallón de la 13ª Semi Brigada
de la Legión Extranjera al mando del Mayor Pégot. Prácticamente en media hora
habían caído casi todos los oficiales, incluido Pégot y el batallón había
quedado descabezado. Durante dos horas
la posición fue machacada concienzudamente y a las 19.15, cuando ya oscurecía,
callaron los cañones y durante un instante se produjo un silencio que, al
contrario de lo que cabría pensar, no auguraba el final del castigo, sino su
culminación. Millares de soldados del Viet Minh aparecieron entre el humo de
las explosiones y los incendios y comenzaron a avanzar ladera arriba, hacia los
maltrechos legionarios que habían sobrevivido al bombardeo y que con los ojos
aún llenos de polvo y ceniza, los veían como sombras infernales que se lanzaban
al asalto de sus trincheras… o de lo que quedaba de ellas.
A las tres de la madrugada del
14 de Marzo cesaba la resistencia en Beatrice. De los 600 legionarios que
defendían esta posición, solo 64 consiguieron escapar, los demás habían caído
muertos o prisioneros. La rápida caída de Beatrice, defendida por un batallón
de élite de curtidos legionarios, desconcertó a todos los defensores de Dien
Bien Phu. Nadie se había planteado que algo así pudiese suceder. Pero lo peor
estaba por llegar. El Viet Minh se preparaba para el asalto de Gabrielle, otra
posición exterior situada a unos 5 kilómetros
al noroeste de la aniquilada Beatrice.
Gabrielle, situada sobre una cresta alargada, era llamada “el torpedero” por su silueta. Estaba defendida por el 5º batallón del 7º regimiento de Tiradores Argelinos, al mando del comandante Mecquenem. Muchos de estos soldados magrebíes tenían una experiencia de combate dilatada, pues habían combatido en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. La noche anterior habían asistido impotentes a la caída de la contigua Beatrice y estaban convencidos de que ellos serían los siguientes en recibir la acometida comunista. Mecquenem estimaba en unos tres batallones las fuerzas enemigas apostadas en las inmediaciones de Gabrielle; pero se equivocaba, no se trataba de tres batallones sino de tres regimientos, la 308 división del Viet Minh, unos 12.000 hombres.
Sobre las 6:00 horas, ya amaneciendo, las dos compañías de paracaidistas legionarios y los tres carros de combate comenzaron a avanzar. El 5º batallón de “paras” vietnamitas les seguía más retrasado, pues su punto de partida estaba más alejado de Gabrielle. Entre un grupo y otro, había una hora de diferencia.
A esa misma hora, la situación
de los argelinos en lo que quedaba de “el torpedero” era crítica. Los
comunistas habían alcanzado la cima de la posición por su lado norte y habían
tomado al asalto algunas trincheras y blocaos.
A las 7 de la mañana la
vanguardia del contraataque se topó con un batallón enemigo cerrándoles el paso
a lo largo del río. Los legionarios, con el apoyo de los carros, vencieron la
resistencia Viet Minh y cruzaron el puente de Ban Khe Pai. Se encontraban a un
kilómetro de Gabrielle, cuya silueta distinguían con nitidez, así como las
explosiones y los fogonazos que tenían lugar en la cima, señal clara de que aún
se seguía luchando allí arriba. Los comunistas, al ver como el batallón que se
interponía entre Gabrielle y los refuerzos era barrido, intentaron detener el
contraataque con una barrera artillera. A pesar de todo, a las 8 de la mañana
los supervivientes que aún defendían la cima escucharon con entusiasmo el ruido
de los motores de los Chaffee que ya estaban muy cerca. Parecía que el
contraataque tendría éxito.
Sin embargo,
inexplicablemente, cuando los paracaidistas vietnamitas del capitán Botella
consiguieron por fin enlazar, sobre las nueve de la mañana, con los
paracaidistas legionarios y los carros Chaffee de Hervouët, se encontraron con
que unos y otros se retiraban hacia Dien Bien Phu, llevando consigo a los
Tiradores Argelinos que habían conseguido salir de Gabrielle.
¿Qué había ocurrido para que
el contraataque finalmente fracasase y Gabrielle se perdiese?
La realidad es que una fatal
mezcla de impaciencia y de incompetencia frustró la operación. Por un lado, había prisa por llegar a
Gabrielle y las fuerzas que llegaron primero, las dos compañías de
paracaidistas legionarios con los carros Chaffee eran insuficientes para
cumplir la misión. De hecho, ésta le había sido encomendada al 5º batallón de
Paracaidistas Vietnamitas del capitán Botella y las dos compañías de “paras”
legionarios no eran más que un refuerzo. Sin embargo, los paracaidistas
legionarios con los carros Chaffee no esperaron a los paracaidistas vietnamitas
de Botella. Si lo hubiesen hecho, podrían haber lanzado un ataque mucho más
devastador. Pero tenían prisa y además desconfiaban de la capacidad combativa
de los paracaidistas vietnamitas. Es cierto que estos soldados, entre los que
había muchos con escasa experiencia de combate, tardaron demasiado en cruzar el
río bajo el fuego de la artillería enemiga y que muchos de ellos se negaban a
avanzar. Aun así, cuando al final consiguieron enlazar con los legionarios y
los carros de combate, estaban a tiempo de lanzar el contraataque, expulsar al
Viet Minh de la cima y reconquistar Gabrielle. Pero en ese momento, alguien dio
la orden de suspender el ataque y regresar al perímetro central de Dien Bien
Phu. Efectivamente, para culminar tanto despropósito, uno de los escasos
oficiales que resistía en la cresta de Gabrielle interceptó una comunicación de
radio entre el puesto de mando de De Castries y las tropas paracaidistas que se
aproximaban a la posición y entendió que debían abandonar Gabrielle y unirse a
las fuerzas que se hallaban al pie de la colina.
Sobre las 8 ó 9 de la mañana
del 15 de Marzo, cesó la resistencia en Gabrielle. En 48 horas los defensores
de Dien Bien Phu habían perdido las dos posiciones exteriores más alejadas de
la base por el norte y habían visto sucumbir a dos batallones de experimentados
soldados. La verdad es que absolutamente nada había funcionado como los
franceses habían previsto.
La rápida pérdida de estas dos
posiciones supuso un golpe muy duro para la moral de los franceses, pero el
fracaso del contraataque sobre Gabrielle fue aún más duro. Y, por si todo esto
pudiera parecer poco, el mismo día que cayó Gabrielle, el coronel Piroth, jefe
de la artillería de Dien Bien Phu, abrumado por la subestimación que había
hecho de la potencia de fuego del enemigo y por el fracaso de su plan de fuego
de contrabatería, se recluyó en su refugio y se suicidó activando una granada
junto a su pecho.
El coronel Piroth, a la derecha
De Castries ordenó que se ocultase la noticia para evitar aún más la desmoralización de las tropas. Pero, en una base aislada como Dien Bien Phu, mantener en secreto algo así resultaba absolutamente quimérico. El suicidio de Piroth corrió de boca en boca por todos los blocaos, trincheras y puestos de mando. Y lo peor, aún estaba por llegar.
De Castries
El 15 de Marzo todo el mundo
en Dien Bien Phu daba por hecho que la situación solo podía empeorar. Parecía
seguro que Anne Marie sería la siguiente posición que el Viet Minh elegiría
como objetivo de un nuevo asalto nocturno. Los comunistas parecían seguir un
orden previsible, pero no por ello menos eficaz. Habían tomado Beatrice, al día
siguiente Gabrielle y siguiendo el movimiento inverso de las agujas del reloj,
le tocaba el turno a Anne Marie, el último punto de apoyo que cerraba el acceso
norte a la pista de aterrizaje. Y ese era el plan inicial de Giap. Sin embargo,
las terribles bajas sufridas en los asaltos a Beatrice y a Gabrielle habían
hecho reflexionar al general del Viet Minh. Aunque los jefes de los batallones
insistían en lanzarse la noche del 15 al 16 contra Anne Marie, Giap suspendió
el ataque. Estaba planeando cambiar de estrategia, para no asumir las terribles
pérdidas de los asaltos frontales. Sin embargo, Anne Marie cayó como fruta
madura. El día 15, ante la perspectiva de soportar un brutal un asalto
nocturno, los defensores de este punto de apoyo, dos compañías de Thais,
desertaron. Naturalmente, esta noticia no contribuyó precisamente a reforzar la
moral de la guarnición de Dien Bien Phu.
Para evitar la sensación de abandono y fatalismo que comenzaba a cundir entre los sitiados defensores, al mediodía del 16 de Marzo, llegaron nuevos refuerzos. El fogueado 6º batallón de Paracaidistas Coloniales del comandante Bigeard, que había tomado Dien Bien Phu a finales de Noviembre y había sido relevado el 4 de Diciembre, regresaba. Los paracaidistas fueron lanzados al sur de la base bajo el fuego de la tenaz artillería del Viet Minh.
Nada más llegar Bigeard se
entrevistó con Langlais. Había que reconquistar la abandonada Anne Marie. El 18
de Marzo la 4ª compañía de los “paras” de Bigeard lo intentó, pero una vez más,
la artillería enemiga lanzó una barrera que sorprendió en campo abierto a los
paracaidistas coloniales y el contraataque francés fracasó.
Langlais
Para cualquiera que tuviese un
mínimo de perspicacia, resultaba evidente que De Castries había perdido el
control de la situación, si es que lo había tenido en algún momento y que era
Langlais el comandante “de facto” de Dien Bien Phu.
Las posiciones exteriores del
norte, Beatrice, Gabrielle y Anne Marie, habían sido concebidas para impedir al
Viet Minh acercarse a la pista de aterrizaje. Su pérdida hacía absolutamente
insostenible la posición. Los hombres de Giap, podían ahora batir a placer la
pista de aterrizaje con baterías antiaéreas emplazadas en las antiguas
posiciones francesas, a muy corta distancia y desde la altura. A partir de
mediados de Marzo, cuando los comunistas consiguieron emplazar sus baterías,
aterrizar o despegar en la pista de Dien Bien Phu se hizo imposible. Las
pérdidas de Dakotas se fueron haciendo inasumibles. El 23 de Marzo tomó tierra
el último avión en la pista permanentemente machacada por el fuego enemigo.
Pero inmediatamente fue destruido. Ningún otro aparato volvería posarse en esa
pista y a partir de ese momento, aunque seguirían llegando suministros lanzados
en paracaídas, la evacuación de los heridos llegó a su fin. Nadie saldría ya de
Dien Bien Phu.
Los últimos heridos que pudieron ser evacuados
Giap había mandado a sus
hombres cavar trincheras que les permitieran aproximarse a las posiciones
francesas sin exponerse. Los “viets” cumplieron la orden a la perfección y horadaron
la tierra creando una enmarañada red de trincheras que en muchos casos se detenía
a menos de 50 metros de las trincheras francesas.
La tierra removida para cavar
tantos blocaos, emplazamientos de artillería, refugios y trincheras y sacudida por tantas explosiones había convertido
a Dien Bien Phu en un paraje pelado y repleto de agujeros. La lluvia
persistente que comenzó a caer desde Marzo hizo que toda esta tierra removida
se transformase en un gigantesco barrizal, convirtiendo la ya penosa existencia
de los defensores en un auténtico infierno. Quince mil hombres hacinados en un
páramo que era una especie de ciénaga artificial comenzaron a tener, además, un
terrible problema higiénico. Dien Bien Phu, empezaba a convertirse también en
una enorme y totalmente descontrolada letrina. Los defensores vivían ya con
total naturalidad en medio de una desagradable mezcla de barro y excrementos. Y
bajo esta capa viscosa, se iban amontonando desde hacía días los cuerpos de los
caídos que ya no podían ser evacuados. Si existe un infierno, a buen seguro
debería ser algo parecido a Dien Bien Phu a finales de Marzo de 1954.
Clarísima exposición. Desde luego, me estoy enterando del asunto
ResponderEliminarGracias, amigo Salva. Escribí esto porque a esta batalla, en España, nunca se le ha dado la importancia que tiene y además, las pocas veces que se ha hablado de ella, se ha hecho de forma bastante confusa. Quiero arrojar un poco de luz. Queda la segunda parte...
ResponderEliminarTengo la sensación de que se ha olvidado la que podríamos llamar "Primera Guerra de Vietnam" y que tiene mucha importancia en dos sentidos: como explicación del avance comunista en la península Indochina y, en consecuencia, y este es el segundo sentido, como antecedente de la "Segunda Guerra de Vietnam", americana.
ResponderEliminarAmericanos que, me da la impresión, se olvidaron de lo que les había pasado a los franceses: véase "Cuando Eramos Soldados".
Ya me dirás