El 16 de Junio de 1940, con las
tropas alemanas entrando en París, el mariscal Petain, respetado héroe de la 1º
Guerra Mundial, fue nombrado jefe del gobierno francés.
El día 22 Francia firmó el
armisticio con Alemania.
El Reich alemán ocupó el norte de
Francia y toda la parte atlántica como plataforma necesaria para continuar la
guerra contra Gran Bretaña.
El gobierno de Petain ejercería
su autoridad sobre el resto del territorio y sobre la mayoría de las colonias
de ultramar, entre ellas, Argelia.
La flota de guerra francesa, la
tercera mayor del mundo por entonces, de acuerdo con las condiciones del
armisticio, permaneció bajo la autoridad de la Francia no ocupada a las órdenes
del gobierno de Petain. Una parte importante de la flota se estacionó en el
puerto de Mers el-Kebir (Mazalquivir), en la Argelia francesa.
Churchill no ignoraba que en el
armisticio firmado entre Francia y Alemania la flota francesa quedaba bajo
control de la Francia no ocupada y que, en cualquier caso, los franceses nunca
permitirían que sus barcos cayesen en poder de los alemanes. Además muchos de
ellos, como vimos, estaban amarrados en puertos de las colonias. No existía una
posibilidad razonable para pensar que estos barcos pudiesen ser utilizados
contra las fuerzas británicas.
Pero, en aquella primavera de
1940, Gran Bretaña se había quedado sola frente a la amenaza alemana. Churchill
era consciente de que solo con el apoyo de los Estados Unidos podrían los
británicos evitar la derrota. Y también sabía que del otro lado del Atlántico
el presidente Roosevelt, belicista convencido, intentaba convencer a su pueblo,
profundamente aislacionista, de la necesidad de no abandonar al Reino Unido.
Pero muchos dirigentes norteamericanos pensaban que los británicos solos, sin
su aliado francés, acabarían aceptando un armisticio con los nazis y que
cualquier ayuda que se les enviase sería poco menos que inútil.
Es en este contexto en el que
Winston Churchill decidió dar un audaz golpe de efecto destinado a demostrarles
a los norteamericanos la firme voluntad de su gobierno de continuar luchando.
Ordenó al almirante James Somerville,
comandante de la Fuerza H estacionada en Gibraltar dirigirse hacia Mers
el-Kebir.
La fuerza H estaba formada por el
portaaviones Ark Royal, los acorazados
Resolution y Valiant, el crucero pesado Hood, los cruceros ligeros Arethusa y Enterprise y once destructores, un total de diecisiete buques.
La flota francesa anclada en Mers
el-Kebir constaba de once barcos: cuatro acorazados, Dunkerque, Strasbourg, Bretagne y Provenze, un portahidroaviones, el Commandant Teste y seis destructores.
El 3 de Julio de 1940 la Fuerza H
británica se presentó por sorpresa ante Mers el-Kebir.
Las órdenes de Somerville eran
claras. Debía lanzar a los franceses un ultimátum en los siguientes términos:
•
Pondrían sus barcos bajo mando de la Royal Navy
•
O bien dirigirían sus barcos con una tripulación
mínima escoltados por la escuadra británica hasta algún lejano puerto neutral
en el que se les desmontaría todo el armamento
•
La respuesta negativa al ultimátum
desencadenaría un ataque británico
El almirante francés, Marcel-Bruno
Gensoul, como no podía ser de otra forma rechazó las dos propuestas británicas. Él no podía entregar la flota a
otra potencia ni permitir que fuese secuestrada y desarmada.
Y el gobierno legítimo de Francia, que mantenía las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña y que había sido su aliado hasta hacía poco más de un mes, tampoco podía autorizar semejante atropello a su soberanía.
Cuando Sommerville recibió la
respuesta negativa de Gensoul, siguiendo las instrucciones de Churchill, se
lanzó al ataque contra la flota francesa.
Francia había firmado un
armisticio con las fuerzas del Eje y no se encontraba ya en estado de guerra
contra ninguna nación, menos aún contra sus ex aliados británicos. Sus barcos, en consecuencia,
estaban apaciblemente fondeados, tenían los motores apagados y no estaban en
estado de alerta.
La flota británica, en
disposición de ataque, partía con una superioridad absoluta.
Los biplanos torpederos swordfish del Ark Royal despegaron para hundir la flota de sus antiguos aliados.
Los buques franceses,
sorprendidos por el ataque de sus ex camaradas, y sin capacidad de maniobra,
fueron literalmente cazados sin clemencia por la escuadra británica.
La despiadada demostración de
fuerza que Churchill había puesto en escena para impresionar a los americanos y
facilitar a Roosevelt la misión de ir deslizando a su nación a una guerra que
no quería se llevó por delante las vidas de 1.300 marinos franceses, soldados
de un país neutral con el que los agresores británicos mantenían plenas
relaciones diplomáticas.
En los días siguientes, aviones
de guerra franceses efectuaron varios ataques de represalia contra la base
británica de Gibraltar.
El mismo almirante James Somerville que dirigió
el ataque dijo, poco después, que la acción contra la escuadra francesa en Mers
El-kebir había sido:
"El mayor error político de
los tiempos modernos que despertará a todo el mundo contra nosotros ... todos
nos sentimos profundamente avergonzados".
“(The biggest political blunder of modern times
and will rouse the whole world against us…we all feel thoroughly ashamed.)”
Todos conocen y recuerdan el
episodio de Pearl Harbor, el “día de la infamia”, en palabras del presidente
Roosevelt, y a los 2.400 norteamericanos caídos ese día.
Sin embargo, después de la guerra
el régimen de Petain fue estigmatizado y la figura de De Gaulle, que apoyó la
ruin acción británica se agigantó, a la vez que Churchill se convirtió en un
mito planetario. De esta forma, los casi 1.300 marinos franceses que cayeron en
Mers El-Kebir, se convirtieron en un molesto recuerdo. Y fueron olvidados.
Como suele decirse en estos casos,la historia la escriben los vencedores, (aunque los perdedores está claro que siempre son los mismos).
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por su opinión. Así suele ocurrir. Un saludo.
ResponderEliminarLa propaganda del vencedor es la historia del vencido.
ResponderEliminarVae victis.
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