Este modesto blog recibe
muchísimas visitas de lectores de fuera de España. Por ello, aunque no solo por
ello, me gustaría dejar aquí esta breve reflexión política sobre la actual
situación de España después de las últimas elecciones.
Lo primero: El PP y el PSOE
defienden política y económicamente lo mismo.
Las grandes empresas, las grandes
entidades financieras y en definitiva, las grandes fortunas de España, se
sienten tranquilas y relajadas con cualquier inquilino de la Moncloa que sea del
PP o del PSOE.
No existe la más mínima
diferencia para estas oligarquías entre un gobierno socialista y un gobierno
popular.
En una situación política
bloqueada como la actual, lo más normal, desde el punto de vista de la
estabilidad del sistema, sería que los dos grandes partidos sellasen un pacto
que asegurase la gobernabilidad. Y esta opción es la más deseada por las
oligarquías nacionales y extranjeras.
Pero ambos partidos se ven ahora
atrapados por sus errores basados en cálculos electoralistas.
La izquierda aceptó entrar en el
juego reformista que le proponía la derecha franquista que iba a encauzar la
transición a cambio de que el nuevo régimen democrático se construyese
ideológicamente sobre el antifranquismo.
Esto no era nada baladí, porque
asumir el antifranquismo como base sobre la que edificar el nuevo régimen
equivalía, como se hizo, a otorgar un certificado de homologación democrática a
todas las fuerzas antifranquistas, es decir, anarquistas, comunistas,
separatistas e incluso a los brazos armados de ellas, que se vieron favorecidos
por las amnistías promulgadas durante la transición.
La derecha aceptó por ello el
discurso político y moral de la izquierda pero la izquierda, para gobernar en
una Europa occidental y atlantista aceptó el discurso económico liberal y se
desprendió de su adscripción marxista como una serpiente muda de pellejo.
El PSOE se dedicó en todas sus
campañas electorales a decirle a los españoles que el PP era el nuevo
franquismo, siendo totalmente consciente de que esto era falso. Pero como no
podía proponer políticas alternativas muy distintas, apostó por cargar las
tintas en el franquismo-antifranquismo, es decir, los malos y los buenos.
La educación en las escuelas
durante los cuarenta años de democracia, por la renuncia de la derecha a
defender su espacio, ha ido formando a nuevas generaciones de españoles
cada vez más impregnadas de los valores políticos y morales de la izquierda.
La etapa de Zapatero, que llevó
esta política de izquierdismo revanchista hasta nuevas cotas nunca antes
alcanzadas, junto con las generaciones más jóvenes educadas en los valores de
la izquierda generó en gran medida la base electoral de Podemos.
El PP, por su parte, se dedicó
todos estos últimos años a combatir al patriotismo español, para evitar que surgiese
a su derecha alguna fuerza política que le pudiese “robar” votos. Pero con este
juego se condenaba a jugar siempre a mayorías absolutas o a gobernar con el
apoyo de los separatistas, a base de concesiones totalmente contrarias al
interés de la nación.
Ahora, por primera vez, PP y PSOE
padecen las consecuencias, no solo de la corrupción endémica que forma parte de
su ADN, sino también de sus políticas sectarias, egoístas, electoralistas.
El PP, que ha dejado a la izquierda el discurso político, que ha abandonado los valores y el discurso de la derecha tradicional y que ha intentado laminar a cualquier fuerza política que intentase recuperarlos, ahora se encuentra con que los electores más jóvenes le dan la espalda.
Y el PSOE después de repetir
durante años que la derecha en España es franquista y después de educar a los
jóvenes describiéndoles la Segunda República como un paraíso, se encuentra,
para su gran susto con que los nuevos votantes quieren eso, quieren otra
Segunda República, quieren destruir la transición, la monarquía franquista, el
estado capitalista, acabar con el poder de los curas…
Y, claro, aparece Podemos.
El PSOE está realmente muchísimo
más cerca del PP que de Podemos, pero no puede aliarse con el PP porque es
prisionero de sus mentiras. No se atreve a gobernar con el PP o a apoyar un
gobierno del PP porque lleva cuarenta años diciendo que son franquistas ¡Cómo
va a gobernar con franquistas! Ellos saben que es mentira, pero sus electores
se lo han acabado creyendo. Y los más jóvenes, los que más lo creen,
directamente se han pasado a Podemos, el partido que les asegura que va a hacer
lo que el PSOE siempre promete y luego nunca hace.
El PP paga el error de haber
permitido que varias generaciones de españoles hayan sido formadas en los
principios de la izquierda, fiando todo su discurso a la gestión económica “seria
y responsable”. Pero en época de crisis enquistada a los votantes jóvenes que
no ven perspectivas de futuro razonables todo esto les importa un higo y votan
al partido que defiende la España que sus maestros y educadores, la televisión
y el cine, les han asegurado que era la fetén. La de la Segunda República, la
que les promete Pablo Iglesias.
Al final, PP y PSOE pagarán sus
errores y los ganadores serán, como siempre ha ocurrido en los períodos
democráticos en España, los más radicales enemigos de ella. Los rojos y los
separatistas.
Esta película ya la he visto, pero esta vez van a
ganar los malos.
Muy lúcido.
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