sábado, 20 de octubre de 2012

EL CONFLICTO CON EL MUNDO ÁRABE (XIX). Jorge Álvarez

“Te gusta la dote, pero no la novia”
La colonización de los territorios ocupados

Moshé dayan y Yigal Allon
 
La victoria israelí en la Guerra de los Seis Días dejó bajo control judío nuevos territorios. La península del Sinaí (prácticamente despoblada), la pequeña franja de Gaza, los Altos del Golán y Cisjordania. Este territorio arrebatado al reino hachemita de Jordania fue el botín más valioso que los israelíes obtuvieron en la guerra. Para los judíos, Cisjordania formaba parte del Eretz Israel irrenunciable. Antes de que aceptasen por conveniencia el plan de partición de 1947, los sionistas incluían estas tierras dentro de su futuro estado judío. Para ellos, no se trataba de Cisjordania, sino de Judea y Samaria. Además, dentro de este botín se hallaba la parte oriental de Jerusalén, de forma que los israelíes controlaban ahora la Ciudad Santa en su totalidad. El control de Cisjordania, desde un punto de vista militar permitía a Israel aumentar la profundidad de su territorio y fijar la frontera oriental en el río Jordán y el Mar Muerto, en una línea con defensas naturales; es decir, el estado judío mejoraba notablemente su posición geoestratégica. Sin embargo, esta flamante anexión acarreaba un molesto problema, porque en estas tierras vivían cerca de un millón de árabes, muchos de ellos expulsados o descendientes de los que habían sido expulsados de sus tierras veinte años antes. ¿Qué hacer con ellos?